Tras investigaciones efectuadas por la Fundación Nacional contra la Anemia, donde han participado 1.000 personas, entre ellas tanto niños como adultos que fueron sometidos a una prueba gratuita de análisis sanguíneo, se ha logrado revelar que cinco de cada diez personas padecen algún grado de anemia, datos alarmantes.
Otra cuestión que no resulta menor es que sólo algunas de las personas que formaron parte de la investigación conocían estar anémicos, mientras que el resto, al no hacerse los chequeos médicos anuales o al no sentir ningún síntoma, desconocían su situación.
Los niveles de hemoglobina resultaron el 51 % de los casos muy bajos con respecto a los valores normales (12 g/dl en la mujer, 13 g/dl en el hombre y 11 g/dl en el caso de las embarazadas), lo cual es signo de una anemia.
La población más afectada es la femenina, aunque niños y hombres no quedaron excluidos de esta enfermedad, lo cual demuestra que vivimos en un mundo en el que hay marcadores de desnutrición.
En el caso de los niños, la anemia facilita el riesgo de trastornos en el desarrollo motor, físico e intelectual de manera irreversible si ocurre previo a los dos años y durante la adolescencia.
Entre los principales síntomas se destaca la fatiga debido a la falta de oxígeno que se genera frente al bajo nivel de hemoglobina, motivado por la poca presencia de hierro.
El organismo usa el hierro para producir hemoglobina y la alimentación es una vía natural para obtenerlo a través de: las carnes rojas, el pescado, el pollo y algunos vegetales de hojas verde oscuras como espinaca, brócoli, acelga, sumado a las legumbres como lo son las lentejas.
Una manera de potenciar la asimilación del hierro es acompañando a estos alimentos con aquellos que sean fuente de vitamina C; tal es el caso de los cítricos como el limón, la naranja, el kiwi entre otros.