Cuando una persona comienza una dieta generalmente suele cometer unos cuantos errores, entre los cuales podemos hallar; la restricción de la cantidad de ingestas diarias, la prohibición de algunos tipos de alimentos que quedan en la lista de los olvidados y anhelados, la evitación de eventos sociales para no toparse con comida, el excesivo y meticuloso detallismo sobre la preparación sobre el qué y el cómo se come.
Es por ello que hoy hablaremos de una de las principales falsas creencias que rodean el hacer una dieta. Nos referimos a las pastas, un alimento que pareciera que desde el momento en que se inicia una dieta se convierte en el monstruo temido que se intenta esquivar.
Cabe aclarar que las pastas, el arroz, las legumbres o las papas son alimentos que proporcionan hidratos de carbono, y por si no lo sabías se trata de nutrientes que el organismo requiere en mayor cantidad y que debe implicar entre el 50% y el 55% del total de calorías de una dieta.
Es por ello que eliminar este tipo de alimentos es un error basado en una vieja creencia según la cual los hidratos de carbono engordan, pero a decir verdad, los alimentos ricos en grasas son más calóricos que los alimentos ricos en hidratos de carbono, de allí que incluir pastas en nuestra dieta no debería de ser algo prohibido sino algo incorporado.
En muchos casos lo que aumenta las calorías de los hidratos de carbono son los acompañamientos; manteca, mayonesa, aceite, quesos, embutidos y crema de leche. Con lo cual hay dos secretos para comer pastas y pasar la balanza: 1. consumir porciones moderadas y 2. no sumarle salsas calóricas las cuales deben de sustituirse por preparaciones en su versión light, ya sea con queso blanco descremado, queso en hebras light, salsa roja elaborada a base de aceite en espray o mayonesa light.