El estiramiento se ha convertido en un elemento más del programa de entrenamiento y hasta en un ritual para algunos atletas. Estirar los músculos es muy bueno, porque permite ganar flexibildad, más capacidad de crecimiento, un mayor recorrido de actuación del músculo y se acelera la eliminación de los productos de deshecho después de la actividad muscular.
Además la práctica de estirar ayuda a prevenir las lesiones y forma parte activa de la rehabilitación y recuperación después de una lesión.
Sin embargo, y a pesar de todas las cualidades positivas que representa el estiramiento, son numerosas las voces que cada vez se oyen advirtiendo que cuando se trata de una actividad de alta intensidad, o donde se requiera la fuerza muscular, como en el entrenamiento con pesas, estirar antes de entrenar no parece lo más indicado.
Según estos expertos, el estiramiento relaja la musculatura y disminuye la capacidad de reacción, incluso llegando a disminuir el nivel de fuerza que el músculo es capaz de generar después del estiramiento.
De acuerdo con esos expertos, es conveniente estirar después de acabar la sesión, o estirar otros músculos antes del ejercicio, pero no justo los que van a tomar parte central en la sesión. Por ejemplo, si vais a entrenar los bíceps, estirad el pectoral, los tríceps y los hombros, pero no los bíceps, que sólo estirareis al finalizar la sesión.