La fatiga es otra de las metas a combatir dentro de nuestra vida para hacerla más sana y llevadera.
La sensación de “no llego” es muy habitual en las mujeres. El día a día, el quiero hacerlo todo para hoy… al final este sobre esfuerzo da la cara y aparece la fatiga.
Dicen que la cara es el espejo del alma y ahí es donde se demuestra la fatiga.
Nuestra piel nunca miente, el cansancio se asoma en ella. Las ojeras, las bolsas de los ojos… dan el aviso de esta fatiga. El tono apagado, los poros, la tirantez…. pasan factura en nuestra cara, en especial en la piel.
Cuando tienes 30 años no te preocupan demasiado las arrugas, solo te fijas en mitigar el cansancio y el estrés después de una noche loca de marcha. Por la mañana aparece el cansancio, pues una noche de descanso no quita la fatiga del todo, pero no tenemos en cuenta que no sólo cuenta el cansancio físico, nuestra piel también ha sufrido este agotamiento.
Las mujeres de hoy en día duermen mucho menos que lo hacían sus madres a la misma edad, tienen una dieta menos correcta, acusan más el estrés por los aspectos de una vida más intensa… todo esto acusa un cansancio visible.
Hay que tener en cuenta que tampoco todas la personas somos iguales frente a la fatiga, esto depende de la genética. En algunos es necesario descansar más, su resistencia es menor. Una buena receta es practicar el dormir, andar, respirar y comer sano.
Respirar profundamente cinco minutos al día reequilibra el sistema nervioso y es muy beneficioso para la salud, al igual que una buena dieta rica en fruta y té verde que ayudan a eliminar las toxinas y revitaliza el organismo.