El déficit de hierro es un problema que afecta a todos los países y estratos sociales y más a las mujeres y los niños.
La pubertad es una de las etapas cruciales, porque en los varones, el aumento de la masa muscular requiere un mayor aporte de hierro y en las mujeres se produce el comienzo funcional de la actividad menstrual. Además, en la mayoría de los casos, en esta etapa del desarrollo adolescente se produce un deseo por mantener la línea, lo que influye en la disminución de calorías, lo cual puede repercutir en la aparición de ferropenia.
Otro momento crítico es el período gestacional, una etapa en la que se produce un importante consumo de hierro por lo que las embarazadas deben someterse a un seguimiento riguroso, que incluya análisis de sangre desde el comienzo del embarazo. A los recién nacidos se les debe revisar periódicamente, ya que el aporte de hierro que les llega con la leche materna es más bien escaso.
Los ancianos (cuya alimentación es deficiente y su producción de ácido gástrico es menor, reduciendo la asimilación de hierro) y las personas que siguen regímenes para adelgazar (los que suelen ser muy desequilibrados y provocar carencia minerales), también figuran entre las personas que con mayor frecuencia están más propensas a sufrir estados carenciales de este mineral.
¿Qué comer?
- El queso, los frutos secos y el chocolate son alimentos ideales para picar entre las comidas principales, asegurando un aporte extra de hierro al organismo.
- Si con las comidas vegetales se ingieren también carne, aves, pescado, huevos o lácteos, el organismo absorbe el doble o triple del hierro que aportan esos vegetales.
- Quienes no coman carne ni pescado deben ingerir bastante cantidad de comidas ricas en hierro y combinarlas con las que tengan vitamina C, que aumenta la absorción del mineral.
- No conviene ingerir alimentos ricos en hierro con bebidas que reducen la absorción de este mineral, como el café, el té o el vino que contienen taninos.
- Es bueno comer pescado o carne 3 ó 4 veces durante la semana.
- La cocción excesiva de los vegetales llega a disminuir en una quinta parte la disponibilidad de hierro que presenta.