martes, octubre 8, 2024
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El sol también es salud

sol.jpgEn dosis prudentes fortalece los huesos y combate varias enfermedades. ¿Con qué color pretendes pasar este verano? ¿Rojo tomate, rosa camarón o dorado canela?

El buen sentido es la mejor manera de exponerse al sol. Hay que tener presente que él puede interferir en la apariencia de la piel. En exceso es capaz de alterar el DNA de las células cutáneas y provocar cáncer. El contacto con los rayos solares es siempre beneficioso, siempre que se respeten los horarios adecuados y el tiempo de exposición. 

Regla número 1:
Huir del sol más violento, o sea el de las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde. En ese período, los infrarrojos causan quemaduras dolorosas y estimulan la aparición del cáncer de piel.
 

Regla número 2:
No salga de su casa sin antes haber pasado un filtro solar principalmente en las manos, rostro, cuello y brazos, puntos más sensibles para la aparición de manchas. En la playa lo ideal es usar un protector FPS30 en el cuerpo entero. Debe ser aplicado en la piel limpia y reaplicado con un intervalo de dos horas.

Aunque protegidos, rostro y cuello no deben quedar expuestos directamente y si a la sombra. Se indica también el consumo de alimentos ricos en betacaroteno, como la zanahoria, para mantener el bronceado.

La piel morena disfraza las venitas que aparecen en los pies y en las piernas después de los 35 años. Para disimular, un hidratante con brillo la dejará muy bien.
 

La vitamina D:
Además de garantizar un tono bronceado a la piel, el sol actúa sobre la salud de los huesos, pues los rayos ultravioletas activan la síntesis de dicha vitamina, necesaria para la fijación del calcio. A lo largo del tiempo, la falta de esa vitamina puede provocar varias dolencias, como la osteomalacia, que causa el debilitamiento del esqueleto o la esteoporosis. Más común en mujeres, esta dolencia provoca la descalcificación de los huesos, dejándolos más expuestos a fracturas.

Entre los 20 y 30 años, las mujeres saludables alcanzan el máximo de masa ósea. A partir de los 40, el esqueleto comienza a perder minerales y queda más frágil.

El cigarrillo, el café y el alcohol colaboran para el desarrollo de la enfermedad, como también ocurre en mujeres sedentarias y con dieta pobre en calcio.

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