A partir de los treinta años, por lo general, empiezas a notar que tienes pequeños olvidos:
- ¿Cómo se llama esta persona?
- ¿A qué hora era la cita, a las 5:00 ó 5:30?
- ¿Esto cómo me dijeron que funcionaba?
- Mis llaves. ¿dónde las dejé?
- ¿Dónde estacioné el auto?
Si esto te suena familiar , no te preocupes… Aunque estos pequeños olvidos no afectan nuestra vida, nos producen ansiedad. Los neurocientíficos han comprobado que la pérdida de memoria de corto plazo no se debe a la edad o a que las neuronas se mueran y no se regeneren, sino a la reducción del número de conexiones entre sí de las neuronas o dentritas (ramas de las neuronas).
Esto sucede por una sencilla razón: falta de uso. Así como se atrofia un músculo sin uso, las dentritas también se atrofian si no se conectan con frecuencia, y la habilidad del cerebro para meter nueva información se reduce.
Es cierto, el ejercicio ayuda mucho a alertar la mente; también hay vitaminas y suplementos que aumentan y fortalecen la memoria.
Sin embargo, nada como hacer que nuestro cerebro fabrique su propio alimento.
Las neurotrofinas son moléculas que producen y secretan las células nerviosas, y actúan como alimento para mantenerse saludables. Cuanto más activas estén las células del cerebro, más cantidad de neurotrofinas producen y esto genera más conexiones entre las distintas áreas del cerebro.
Lo que necesitamos es hacer pilates con las neuronas:
- Estirarlas.
- Sorprenderlas.
- Sacarlas de su rutina.
- Presentarles novedades inesperadas y divertidas a través de las emociones, del olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído.
Como resultado el cerebro se vuelve más flexible, más ágil , y su capacidad de memoria aumenta. En una próxima entrega del tema, vamos a presentar una serie de ejercicios muy simples que esos pequeños olvidos no formen parte de tu vida.