El bienestar de la familia, es muy influyente en nuestro propio bienestar, el ambiente general, es absolutamente necesario para todos, la familia ha de sentirse en armonía para el buen funcionamiento de las emociones, a las que va unida la vida saludable.
Si tenemos chicos adolescentes, son un poco difíciles de llevar, pero las buenas relaciones, se puede conseguir con psicología y paciencia hacia ellos.
Las peleas entre hermanos, suelen darse en la pubertad. Esto intranquiliza el bienestar social y el ambiente se convierte en irrespirable. Los conflictos, las discusiones… comienzan desde pequeños, como el turno de repartir, la absoluta pertenencia de las cosas que dan lugar a no compartir…
Estos enfrentamientos pueden transmitirse a los padres que deben tener cuidado en los favoritismos entre unos y otros. Se dice que las niñas son más predilectas del padre y los niños de la madre, quizás porque las niñas buscan la protección más fuerte al ser más débiles y los niños la ternura de la madre. La superioridad del hermano mayor puede ser también efecto de discusión y abuso de autoridad, al cual, no se le debe de adjudicar todas las responsabilidades. Conseguir la confianza entre ellos es muy importante.
Hay que conseguir la felicidad para que dé lugar al bienestar, con ello conseguimos una vida saludable para todos. Una buena opción es el practicar motivos altruistas, por ejemplo, ponernos un reto de ejercer una tarea que nos de placer a nosotros mismos, como el ayudar a los demás en aquello que necesita, escuchar a quien tiene problemas, dedicarles el tiempo necesario para que se sientan aliviados contigo. Cuando pienses en esta experiencia, te sentirás excepcionalmente orgullosa.
Fuente: enlaces españa