Llevarse el perro a hacer algo de montañismo suele resultar muy satisfactorio tanto para el amo como para la mascota. Sin embargo hay que saber evitar ciertos peligros.
Para empezar, el perro no es todoterreno. Aunque lo veamos ágil, si el camino discurre, por ejemplo, por zona pedregosa sus pezuñas sufrirán mucho, y es probable que acabe con las almohadillas muy irritadas e incluso con alguna herida. Siempre que puedas llévalo por caminos de tierra. En media y alta montaña son más difíciles de encontrar, de modo que plantéate si tu perro está preparado.
Sobre si llevarlo suelto o con correa, depende de la zona. Ten en cuenta que en zonas muy arboladas es fácil perderlo de vista, y él, casi sin darse cuenta, olfateando o siguiendo alguna alimaña se puede alejar bastante. Si quieres asegurarte de no perderlo, lo que seguro querrás hacer, suéltalo únicamente en aquellos lugares que puedas mantenerlo siempre a la vista. En presencia de animales, llévalo siempre atado.
En la montaña, además, podemos enfrentarnos a riesgos inesperados, como pasos estrechos, zonas de hielo o caminos con poco margen ante una caída. El perro es hábil pero también siente miedo. Ante una situación de riesgo lo mejor es dedicar algo de tiempo a buscar un camino alternativo. Y si hay que enfrentarse finalmente al riesgo, valora si es mejor que el perro lo afronte suelto, como un pequeño salto, o con correa, como en una zona resbaladiza e inclinada.
Por último te recomiendo que, cuando lleves al perro atado, lo lleves por tu cintura, para lo cual necesitarás una correa larga. Las razones: que lleves siempre la manos libres, por tu seguridad, y que tengas un mayor equilibrio ante posible tirones inesperados del perro.
Continuará…