Para empezar, no engorda. El plátano tiene un cero por ciento de grasa y su aporte calórico es ligeramente superior al de otras frutas.
El magnesio y el potasio son los dos minerales más representativos del plátano. El potasio es fundamental para el sistema nervioso y también es muy importante su papel en el mantenimiento del equilibrio del agua, tanto dentro como fuera de la célula. En cuanto al magnesio, su misión es más estructural como componente de los huesos y dientes. En definitiva, contribuye al buen funcionamiento de los músculos, nervios e intestinos.
Para problemas estomacales como la diarrea es el mejor antídoto, ya que esta fruta es rica en taninos, lo que confiere una acción astringente.
Los que mejor saben sus beneficios son los deportistas. Ya que conocen, que su aporte energético en forma de hidratos de carbono es de fácil asimilación y además su contenido en potasio previene los calambres musculares.
También ayuda a sanar y prevenir algunas enfermedades como la depresión. La razón es que los plátanos contienen triptofán, un tipo de proteína que nuestro organismo convierte a serotonina, la cual se sabe que nos relaja, mejora nuestro carácter y en general, nos hace sentirnos más felices.
El plátano es muy útil en casos de anemia, por su alto contenido en hierro, que hace que esta fruta estimule la producción de hemogoblina en la sangre.
Como conclusión, el plátano es una buena fuente de hidratos de carbono, potasio, hierro, magnesio y vitamina B6. Y otro de sus atractivos, es que ayuda a combatir el nerviosismo y la depresión.