Si te está rondando sobre la cabeza la idea de apuntarte a un gimnasio, en primer lugar no podemos más que darte la enhorabuena. La enhorabuena de intentar mejorar, de ir más allá y de buscar metas que muchos otros no se atreven ni a mirar de lejos. No obstante, no sólo te vamos a felicitar…
…ya que también te vamos a aconsejar. Ten en cuenta que si nunca antes has hecho ejercicio medianamente severo o llevas una racha de inactividad física, nunca jamás, y repetimos una vez más, nunca, vayas a forzarte el primer día de tu actividad física en el gimnasio. ¿Por qué?
Porque tu cuerpo no está acostumbrado a ello, y si lo sometes a un gran esfuerzo no sólo acabarás con unas agujetas horribles -esto es lógico y aceptable- sino también con náuseas, malestar general, falta de ganas y por supuesto te habrás llevado una mala experiencia del gimnasio.
¿En resumen? Básicamente lo único que tienes que hacer es acondicionarte, ir poco a poco y comenzar todo lo suave que haga falta… no hay más. Tranquilidad, suavidad, y todo fluirá poco a poco.