Bryan Johnson, sauna y microplásticos: el biohacker que quiere “reiniciar” el cuerpo… y preocupa a los médicos

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El emprendedor y biohacker Bryan Johnson, conocido por su proyecto de longevidad Blueprint, ha vuelto a agitar el debate sobre salud y rendimiento con una nueva serie de datos sobre uno de sus protocolos estrella: el uso intensivo de sauna seca. En un hilo reciente en redes sociales, Johnson asegura que el sauna ha reducido tóxicos ambientales en su cuerpo, eliminado buena parte de los microplásticos de su sangre y su semen, mejorado de forma drástica sus marcadores vasculares… y, al mismo tiempo, puesto en jaque su fertilidad cuando no tomaba precauciones.

El resultado es un cóctel explosivo para cualquier lector interesado en salud y deporte: una herramienta clásica de recuperación que gana protagonismo como “biohack” de alto impacto, pero con efectos secundarios nada triviales si se usa sin cabeza.


Quién es Bryan Johnson y por qué le importa tanto el sauna

Bryan Johnson es un empresario de tecnología convertido en icono mediático de la longevidad. Lleva años sometiéndose a análisis médicos extremos, protocolos estrictos de sueño, ejercicio y nutrición, e intervenciones experimentales para “revertir la edad biológica” de sus órganos.

Dentro de ese plan, el sauna seco se ha convertido en una de sus piezas centrales. No como simple herramienta de relajación tras entrenar, sino como pilar de un protocolo de “limpieza” del organismo y de estímulo cardiovascular.

En su último resumen de resultados, Johnson afirma que, tras 15 sesiones de sauna, observó en sus análisis:

  • Descensos marcados de varios tóxicos ambientales y metabolitos (como 2,4-D, MEP, MBP, MEHP, NAPR, HEMA y perclorato), con reducciones que en algunos casos alcanzan el 100 % hasta niveles “no detectables” según sus pruebas.
  • Una reducción del 85 % de microplásticos en su eyaculado, pasando de 165 partículas/mL en noviembre de 2024 a 20 partículas/mL en julio de 2025, y una caída similar en sangre en el mismo periodo.
  • Cambios muy llamativos en su salud vascular, hasta el punto de afirmar que ahora tiene una “edad vascular” comparable a la de una persona de 18–20 años, con cifras de presión arterial central muy bajas para su edad.

Se trata, en cualquier caso, de un caso individual, no de un ensayo clínico. Los datos proceden de su propio programa de monitorización y no han pasado por revisión científica independiente.


La cara oscura del calor: fertilidad en riesgo

El propio Johnson reconoce que, en una primera fase, el uso de sauna “devastó” sus marcadores de fertilidad cuando lo hacía sin ninguna medida de protección para los testículos. Sus análisis mostraron:

  • Total motile count (recuento total de espermatozoides móviles): –56 %
  • Concentración: –30 %
  • Motilidad: –50 %
  • Morfología normal: –48 %

El impacto del calor sobre la calidad seminal no es una sorpresa para la ciencia. La espermatogénesis es muy sensible a la temperatura, y la exposición prolongada a calor elevado (saunas, jacuzzis, ropa excesivamente ceñida) se ha asociado con descensos temporales en el recuento y la motilidad espermática en diversos estudios clínicos.

Curiosamente, en una fase posterior Johnson afirma que sus parámetros de fertilidad no solo se recuperaron, sino que alcanzaron niveles “de élite”, situándole —según sus análisis— por encima del 99 % de los hombres en recuento total y espermatozoides móviles. Él mismo admite que no puede atribuirlo con certeza solo al sauna o a la combinación sauna + hielo, ya que no hubo un ensayo controlado, aunque no identifica otros cambios de estilo de vida en ese intervalo.

Lo que sí ha dejado claro es su nueva regla de oro para hombres: “most importantly, ice the balls”. En su protocolo, Johnson envuelve los testículos con bolsas de hielo (no tóxicas), usando ropa interior y pantalón corto de algodón para mantenerlos fríos durante toda la sesión, con la intención de proteger los marcadores de fertilidad. Se trata de una medida extrema, sin evidencia clínica sólida, que ningún organismo médico ha recomendado a día de hoy.


Qué tipo de sauna usa y con qué frecuencia

El modelo que defiende Bryan Johnson es muy concreto: sauna seca caliente, no baño de vapor ni cabina de infrarrojos. Según explica:

  • Tipo: sauna seca
  • Temperatura: entre 80 y 100 °C (176–212 °F); él se sitúa en torno a 200 °F
  • Humedad relativa: muy baja, entre el 5 y el 20 %
  • Duración: sesiones de unos 20 minutos
  • Frecuencia: entre 4 y 7 veces por semana

Johnson sostiene que la sauna seca, al calentar mucho más rápido la piel que el núcleo corporal, invierte el gradiente de temperatura piel–core y provoca:

  • Un gran aumento del flujo sanguíneo y del gasto cardiaco, similar a un ejercicio aeróbico moderado–intenso.
  • Una sudoración abundante (hasta 0,6–1 litro por hora), que, según defiende, facilitaría la eliminación de ciertas sustancias.
  • Activación de proteínas de choque térmico (heat shock proteins), implicadas en mecanismos de reparación celular.
  • Una mejora progresiva de la tolerancia al calor y posible beneficio metabólico asociado a una temperatura central algo más baja en reposo.

Algunos de estos efectos están alineados con la literatura científica sobre sauna finlandés: estudios observacionales en población general han asociado el uso frecuente (4–7 sesiones a la semana) con menor riesgo de enfermedad cardiovascular y neurovascular, y mejor sintomatología en algunos trastornos musculoesqueléticos y respiratorios, aunque no se trata de ensayos de causa-efecto.


¿Realmente “desintoxica” y elimina microplásticos?

El punto más polémico del relato de Johnson está en sus afirmaciones sobre “detox” y microplásticos.

Por un lado, es cierto que el sudor puede contener trazas de metales y algunos contaminantes ambientales, y hay trabajos que exploran el papel de la sudoración como vía complementaria de eliminación. Pero la ciencia es clara: los principales órganos de depuración siguen siendo el hígado y el riñón, y no hay consenso en que el sauna, por sí solo, sea una estrategia de “desintoxicación profunda” para población sana.

En cuanto a los microplásticos, en los últimos meses se han publicado estudios que demuestran su presencia en distintos tejidos humanos, incluido el sistema cardiovascular y estructuras del aparato reproductor masculino, como el pene. Esto ha encendido las alarmas sobre su posible impacto en la fertilidad y la salud general, pero la evidencia aún es muy incipiente.

Que los niveles de microplásticos en semen y sangre de una persona concreta desciendan a lo largo de varios meses puede deberse a múltiples factores: cambios en la exposición ambiental, variabilidad de las mediciones, ajustes en la dieta o el estilo de vida, mejoras en la hidratación, etc. A día de hoy no existen estudios clínicos que avalen el sauna como herramienta específica para reducir la carga de microplásticos en el organismo.


Lo que sí parece claro: calor, corazón y precaución

Más allá del “show” mediático, el caso de Bryan Johnson pone sobre la mesa varias cuestiones relevantes para cualquier persona deportista o preocupada por su salud:

  • El sauna seco puede ser un complemento interesante para la salud cardiovascular y la recuperación, especialmente en personas entrenadas y sin patologías previas, siempre que se use con moderación y sentido común.
  • El calor intenso no es inocuo para la fertilidad masculina. La exposición prolongada a altas temperaturas puede reducir, al menos de forma temporal, la calidad seminal. Cualquier protocolo agresivo debería discutirse con un profesional de la salud, especialmente si hay deseo gestacional a corto o medio plazo.
  • El discurso de la “desintoxicación” debe tomarse con mucha cautela. Que una persona —además especialmente monitorizada y con un estilo de vida muy controlado— muestre mejoras en ciertos marcadores no significa que el protocolo sea universalmente recomendable ni que el sauna sea una solución mágica contra tóxicos o microplásticos.
  • El riesgo de deshidratación y desequilibrio electrolítico es real. Johnson calcula que pierde unos 18 oz (cerca de 0,5 L) por sesión, con una cantidad relevante de sodio en ese sudor, y rehidrata con agua y electrolitos. En población general, hidratarse adecuadamente antes y después de la sauna es un punto básico de seguridad.

Preguntas frecuentes sobre sauna, salud y deporte

¿Cuántas sesiones de sauna a la semana son seguras para una persona que hace deporte?
En adultos sanos, muchas guías consideran razonable usar el sauna entre 2 y 4 veces por semana, con sesiones de 10–20 minutos, siempre escuchando al cuerpo y saliendo si hay mareo, náuseas o malestar. Los protocolos más intensivos, como los de Johnson (4–7 días a la semana y temperaturas cercanas a 100 °C), deberían plantearse con supervisión médica y no son necesarios para obtener beneficios básicos.

¿Puede el sauna sustituir al ejercicio físico como “entrenamiento cardiovascular”?
No. El sauna genera una respuesta cardiovascular aguda parecida a un esfuerzo aeróbico moderado, pero no implica contracción muscular sostenida ni los mismos estímulos mecánicos y metabólicos que el ejercicio. Puede ser un complemento interesante, sobre todo en recuperación y bienestar, pero no reemplaza al entrenamiento de resistencia ni de fuerza.

¿Es peligroso el sauna para la fertilidad masculina?
El calor intenso sobre la región escrotal puede disminuir temporalmente el recuento y la calidad de los espermatozoides. Exposiciones frecuentes y prolongadas podrían tener efectos más marcados, especialmente en hombres con problemas previos de fertilidad. Por prudencia, quienes estén intentando concebir suelen recibir la recomendación de limitar saunas muy calientes, jacuzzis y otras fuentes de calor sostenido sobre los testículos, salvo indicación médica.

¿Qué tipo de sauna es mejor para la salud: seca, de vapor o infrarroja?
Los estudios más robustos se han realizado con sauna finlandés seco. Las cabinas de vapor y las de infrarrojos pueden ofrecer sensación de relajación y cierto beneficio cardiovascular, pero su perfil de temperatura, humedad y sudoración es distinto. Ninguna cabina debe usarse como sustituto del tratamiento médico, y en todos los casos las personas con enfermedad cardiovascular, problemas de tensión, enfermedad renal o respiratoria deberían consultar con su médico antes de incorporar sauna a su rutina.

En resumen, la historia de Bryan Johnson confirma algo que el mundo del deporte ya intuía: el sauna bien utilizado puede ser una herramienta potente. Pero cuando se convierte en un experimento extremo de longevidad, conviene observarlo con espíritu crítico, separar ciencia de anécdota y, sobre todo, no perder de vista lo básico: buen sueño, ejercicio diario y alimentación razonable siguen siendo la base sobre la que se construye cualquier protocolo avanzado.