Si todavía te acordás de la última vez que fuiste a un odontólogo y anesteciaron el rostro de tu cara… muy pronto no tendremos ese inconveniente porque investigadores de USA, en el Hospital General de Massachussets, están desarrollando un cóctel de drogas que tratan de evitar los típicos efectos de la anestesia local.
«Esta estrategia podría ser ventajosa para generar anestesia local cuando deseen preservarse las respuestas motoras y autonómicas y las sensaciones no dolorosas, como en el parto y en algunas intervenciones dentales, así como en el tratamiento de algunos dolores crónicos como la neuralgia posherpética«, resumen los autores en el último número de la revista Nature.
El problema de los anestésicos locales que existen actúan indiscriminadamente sobre todo tipo de neuronas. Por ejemplo, bloquean los canales de sodio, unas proteínas presentes en la membrana de las células y responsables de la transmisión de la señal dolorosa. El problema es que estos canales no sólo están presentes en las células responsables del dolor (nociceptivas), así que además de no sentir el dolor se bloquean otras señales. De ahí el entumecimiento y parálisis.
“Los autores de la nueva investigación decidieron centrarse en un canal exclusivo de las neuronas nociceptivas: el TRPV1. Se trata de un gran canal que se activa cuando las células se exponen a un calor desagradable o al ingrediente activo de las guindillas, la capsaicina.
Los investigadores probaron el cóctel en placas de laboratorio. Por ahora el experimento se reduce a roedores, aunque falta demostrarse que el truco del TRPV1 funcione en seres humanos.