Sepa si sufre de disfagia

disfagia.jpgLa disfagia es la dificultad para deglutir alimentos líquidos y sólidos desde la cavidad bucal hasta el estómago. Si bien muchas personas no saben que padecen este problema, es muy común en pacientes de edad avanzada. Un 45% del total de los pacientes con más de 75 años de edad sufren disfagia. Asimismo, se estima que un 66% de los pacientes sometidos a cuidados a largo plazo tienen esta molestia en algún grado.

La deglución normal consiste en cuatro fases: oral preparatoria, oral, faríngea y esofágica. Las dificultades al tragar pueden aparecer en una o varias de estas cuatro fases, y pueden ocasionar diferentes síntomas y problemas.

Existen tres tipos:

  • Orofaríngea: se produce cuando, debido a trastorno de la cavidad orofaríngea, se dificulta el paso del bolo alimenticio o de líquidos de la boca a la faringe.
  • Esofágica: se debe a trastornos obstructivos, motores o sensitivos.
  • Estructurales: se produce cuando se afectan las improntas cervicales, los tubos de traqueotomías y las sondas nasogástricas

Según Horacio Cámpora, Licenciado en Kinesiología y Fisiatría de la Clínica de la Deglución de Fleni: “El primer síntoma es la dificultad para tragar, la tos y hasta el ahogo que sufre el paciente ante la dificultad deglutoria y que, de prolongarse, puede favorecer un cuadro de deshidratación y desnutrición por la imposibilidad de ingerir líquidos y alimentos con niveles de calidad y cantidad adecuados”.

Para diagnosticar la disfagia, es necesaria la participación de un equipo multidisciplinario formado por médicos otorrinolaringólogos, radiólogos, kinesiólogos, foniatras y nutricionistas. Una vez obtenido el diagnóstico se debe comprender el mecanismo biomecánico fisiopatológico de la deglución en el paciente para poder diseñar un plan de acción que asegure un nivel de ingesta oral adecuado en la persona con disfagia.

La disfagia es un problema que afecta a la población anciana en general, especialmente en el ámbito sociosanitario. Los especialistas señalan que es imprescindible adoptar medidas dietéticas adecuadas, por ejemplo evaluar el reemplazo de la alimentación tradicional por la nutrición en forma de alimentación de textura modificada, como una posibilidad concreta para la población anciana que padece este trastorno y que puede afectar su nivel nutricional y su calidad de vida.